lunes, 4 de marzo de 2013

Recomendaciones dietéticas para pacientes oncológicos


El Manual del paciente oncológico y su familia es facil de leer y tiene reocomendaciones generales válidas para todo paciente oncológico. En consulta, muchos pacientes preguntan por la dieta y sobre todo cómo mejorarla. Dependiendo de la evolución de cada paciente y del estado y complicaciones secundarias de los tratamientos, los pacientes pueden requerir tratamiento nutricional específico intrahopitalario o realizarlo en régimen ambulatorio.  Una vez dado de alta, lo fundamentaal es "tener en cuenta las preferencias del paciente". Se pueden seguir las siguientes recomendaciones (Manual del Paciente Oncológico y Familiares, 2007):

1. Variar la dieta, experimentar con recetas nuevas, sabores, especias y diferentes tipos de comidas. Esto es muy importante ya que los gustos podrían variar cada día.

2. Comer pequeñas cantidades de alimentos varias veces al día.

3. Preparar los platos de forma variada y atractiva buscando diferentes texturas y colores.

4. Comenzar (antes de la dieta hipercalórica) con una dieta normal, completa y de fácil digestión. De forma gradual y según se vaya tolerando, introducir en la dieta alimentos de mayor valor nutritivo.

5. Cuando se empiece a ganar peso, se pueden comer menos ensaladas, verduras, productos desnatados que llenan y tienen poco valor nutritivo.

6. Evitar beber líquidos durante la comida. Beber al día de dos a tres litros de agua.

7. Tomar una limonada, zumo de naranja, cóctel antes de la comida si no está contraindicado (los frutos ácidos pueden estimular el apetito).

8. Si el médico lo permite, tomar un vasito de vino durante la comida: puede estimular su apetito.

9. Cocinar añadiendo al alimento proteínas y calorías sin aumentar suvolumen. Algunas maneras son:

– Añadir miel, nata, leche en polvo o soja en polvo al alimento que se está preparando.
– Añadir mantequilla, margarina, nata, crema de leche, queso a la pasta italiana, arroz, patatas.
– Usar leche en vez de agua para diluir sopas condensadas o purés.
– Añadir picada de frutos secos, huevo duro, tiras de jamón, queso a las sopas, purés y cremas.
– Añadir crema de leche o leche en polvo a las salsas.
– Agregar una taza de leche en polvo a un litro de leche entera.
– Añadir miel, caramelo líquido, frutos secos, leche condensada, chocolate caliente, helado a los postres.
– Preferir los helados de turrón, avellana, coco a los helados de fruta.
– Saltear las verduras con beicon, jamón, sofritos, salsas como bechamel, mayonesa o salsa tártara.
– Usar la manteca de cacahuete con tostadas, galletas, etc.
– Utilizar soja en polvo para cocinar.

10. Si tolera bien alguna comida, puede repetirla durante varios días.

11. Comer cuando se tenga apetito, aunque no sea en el horario convencional.

12. Intente cambiar su rutina de comidas, por ejemplo, coma en diferentes sitios.

13. Servir la comida en un ambiente agradable y tranquilo.

14. Propiciar compañía durante las comidas; cuando se coma sólo, escuchar la radio o ver la televisión.

15. Hacer que las comidas sean más agradables y relajantes e intentar salir a comer fuera en alguna ocasión.

16. Guardar el alimento cuando no se está comiendo.

17. Caminar antes de las comidas puede estimular el apetito.

18. Intentar comer algo antes de ir a la cama: no afectará a su apetito para la siguiente comida.

19. Usar platos grandes para que parezca que hay menos comida.
20. Combinar en un solo plato, un primero y un segundo.

21. Si se toman dos platos, retirar el primer plato antes de servir el segundo.

22. Pedir a familiares o amigos que preparen la comida. Tener comidas preparadas en la nevera y el congelador en porciones individuales.

23. Consultar a su médico antes de usar suplementos nutricionales.




Puntos claves para una buena alimentación. Siguiendo con las recomendacioines del Manual para el Paciente Oncológico y su Familia, tenemos que tner en cuenta:

• Basar la alimentación en una dieta mediterránea.
• Consumir alimentos de temporada en su estado natural.
• Consumir más alimentos de origen vegetal (cereales, legumbres, patatas, frutas, verduras) que de origen animal.
• Intentar en cada comida tomar alimentos crudos como frutas, verduras y legumbres con el objetivo de suplir las necesidades de vitaminas.
• Comer durante la semana una cantidad moderada de pescado (preferiblemente azul), aves y huevos.
• Consumir carne rojas pocas veces al mes.
• Preferir la sal marina a la sal refinada.
• Evitar el azúcar refinado, sustituyéndolo por azúcar moreno o miel.
• Utilizar siempre aceites prensados en frío, preferiblemente el aceite de oliva virgen, así como otros aceites que provienen de semillas: aceite de pepita de uva, aceite de maíz, etc.
• Se aconseja no utilizar más de una vez el aceite para cocinar, pues pierde el ácido linoléico y las vitaminas A y C y las grasas se pueden oxidar y volver rancias, no siendo entonces beneficiosas para la salud
Sustituir la harina blanca y sus derivados (pastelería, pan, etc.) por harina integral y sus derivados (pan integral, etc.).
• Disminuir el consumo de alimentos ahumados o que lleven colorantes y conservantes químicos.
• La cerveza y el vino tinto son aconsejables en las comidas y de forma moderada. El vino tiene sustancias antioxidantes y un efecto antiateromatoso; la cerveza es rica en nutrientes y vitaminas de grupo B.
• El yogur contiene Lactobacillus acidophilus, que potencia la inmunidad y previene las infecciones.
• Los alimentos ricos en fibra favorecen el funcionamiento del aparato digestivo y tienen un efecto anticancerígeno.
• Si se cocina carne o pescado, no calentar hasta el punto que empiece a humear. Las temperaturas altas destruyen los ácidos grasos esenciales y el ácido linoléico.
• Cocinar los vegetales al vapor para beneficiarse de todas sus propiedades. Si se cuecen, aprovechar el caldo, ya que las vitaminas hidrosolubles y algunos minerales se disuelven en el agua de cocción.
• Consumir té verde: tiene poder anticancerígeno y previene enfermedades degenerativas.
• Utilizar cazuelas con tapa hermética y de acero inoxidable. Las de cobre favorecen la oxidación y la perdida de vitamina C.

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